Durante décadas, las pandillas rivales gobernaron las calles de El Salvador, ganando al país el título de la capital del asesinato del mundo.
Pero el año pasado, el presidente del país, Nayib Bukele, declaró guerra a las pandillas, imponiendo medidas de seguridad de emergencia y otorgando a la policía amplios poderes de arresto.
A pesar de que ahora miles de miembros de pandillas se encuentran tras las rejas, hay un lado oscuro en la represión.