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Matadero Madrid, un espacio del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, celebra los 100 años de existencia del conjunto de edificios que albergan su actividad y que se han convertido en uno de los equipamientos culturales más emblemáticos de la ciudad. La construcción del recinto, diseñada por Luis Bellido a principios del siglo XX, se completó en octubre de 1924, momento en el que se inauguró como matadero municipal y mercado de ganados, en un Madrid que requería nuevas infraestructuras para su abastecimiento y alimentación. Inspirado en los mataderos berlineses de la época, este espacio es actualmente uno de los exponentes mejor conservados de Europa de este modelo de ciudad administrativa.

Matadero, 100 años: exposiciones e instalaciones artísticas

El emblemático depósito de agua elevado de la plaza de Legazpi, seña de identidad del recinto, fue protagonista en los eventos de celebración del Centenario que se iniciaron el 24 de octubre. La estructura, que abasteció de agua al recinto en su primera vida, fue objeto de una instalación lumínica creada por el equipo de iluminación de Nave 10 Matadero. Durante cuatro días, hasta el 27 de octubre, esta instalación de luz adornó el acceso de Legazpi.

Ese mismo día, el espacio que fue cámara frigorífica del antiguo matadero, conocido hoy como Nave 0, se convirtió en una ventana al siglo pasado con una instalación artística site-specific, organizada por Medialab Matadero y creada por el reconocido diseñador de iluminación escénica David Pérez, del estudio LaLAB. La exposición Matadero, 100 años incluyó proyecciones de fotos históricas del matadero municipal y audiovisuales creados ex profeso que, junto al diseño de iluminación, ofrecieron una experiencia inmersiva para los visitantes. De acceso libre hasta completar aforo, se pudo visitar hasta el 17 de noviembre.

Otra exposición fotográfica se inauguró el 24 de octubre: La construcción de Casa del Lector, comisariada por Antonio Basanta, vicepresidente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. La muestra recogió las fases más destacadas del proyecto que dio vida a este centro para el desarrollo y la innovación en el ámbito de la lectura, en el que se unieron arquitectura, diseño e interiorismo.

Mesas redondas: la reconversión arquitectónica de un espacio emblemático

En el auditorio de Casa del Lector se reunieron, el 30 de octubre, los arquitectos que reconvirtieron este complejo industrial en un espacio para la ciudadanía, tendencia de la que Matadero Madrid fue pionero y modelo para muchos otros lugares similares. El grupo de arquitectos compartió con los asistentes cómo afrontaron ese proceso, qué dificultades encontraron y cómo valoraron el uso de los espacios más emblemáticos del centro casi 20 años después de intervenir.

Fue una ocasión excepcional para reunir a figuras consagradas como José María Churtichaga y Cayetana de la Quadra-Salcedo (Cineteca), Arturo Franco (Nave 17, Oficina y Taller), Iñaqui Carnicero (Nave 16), Débora Mesa (Casa del Lector), José Antonio Roldán (Central de Diseño) y Justo Benito (Naves del Español). El encuentro también rindió homenaje al arquitecto municipal Emilio Esteras, responsable del Parque Juan Carlos I y artífice, junto a Justo Benito, de las naves dedicadas a artes escénicas.

Pocos días después, el 5 de noviembre, se celebró en ese mismo auditorio la mesa redonda Casa del Lector: un sueño hecho realidad, donde participaron algunos de los profesionales fundamentales en la ideación y desarrollo de ese proyecto: Antón García Abril, Débora Mesa, Oyer Corazón, Jesús Moreno y Carlos Baztán.

Además, a propuesta de Intermediae, el 7 de noviembre se desarrolló en La Nave un taller con agentes culturales de la ciudad, impartido por Ergosfera, que dio paso a la mesa de debate Mirar fuera para mirar hacia dentro, en la que participaron Raquel Congosto, Uriel Fogué y Marta Román, moderados por Natalia Balseiro. Con esta convocatoria, Intermediae buscó ofrecer una mirada sobre la relación de Matadero Madrid con las prácticas situadas en el territorio urbano.

Música y performances: un centro abierto a todos

Como es habitual en los grandes eventos, no faltó la música al aire libre en Plaza Matadero. En esta ocasión, el 9 de noviembre se celebró un DJ Set matinal, de 12:00 a 15:00 horas. La primera sesión fue a cargo de los DJ Guacamayo Tropical, un dúo conocido por rescatar y difundir la tradición musical de los trópicos latinoamericanos, fusionándola con ritmos y elementos modernos. Tomó el testigo DJ Meneo, productor guatemalteco que ha llevado una Game Boy y el sonido lo-fi electropical a festivales como el Sónar y el Primavera Sound, y que sorprendió con su singular acercamiento a la cultura pop española.

Para el público familiar, la música llegó con la Creativa Junior Big Band, de la Escuela de Música Creativa de Madrid, con un concierto en el que sus 25 jóvenes músicos superaron los estándares del jazz, incluyendo temas originales con desenfadados arreglos de composiciones clásicas. Fue el 10 de noviembre en Nave 17.

El Centro de residencias artísticas también se sumó a la celebración con dos performances el 9 de noviembre. Fernando Sánchez Castillo, con su pieza De matadero a vivero, guió al público por distintos espacios de Matadero recordando los usos del edificio en sus 100 años de historia. Por otro lado, la pareja artística formada por Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto orquestó un encuentro musical en el que el coro El CoroFón interpretó canciones de género chico basadas en la memoria de la gente, los trabajos y el papel de la cultura en los últimos 100 años.

Matadero y el cine: un binomio indisoluble

Entre el 5 y el 10 de noviembre, como parte del programa de celebración del centenario, Cineteca reunió una selección de películas que usaron Matadero como localización. Se proyectaron grandes clásicos como La buena estrella (Ricardo Franco), que fue presentada el 6 de noviembre por Antonio Resines, Premio Goya al Mejor Actor Protagonista por su papel en esta cinta. A la presentación de Felices pascuas (Juan Antonio Bardem) acudió el 5 de noviembre Luis Deltell Escolar, catedrático de Historia del Cine de la Universidad Complutense y codirector de ESCINE. También se exhibieron Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Yanes), El embrujo de Shanghai (Fernando Trueba), Matador (Pedro Almodóvar) y Los golfos (Carlos Saura).

El 6 de noviembre, en la Sala Borau de Cineteca y en colaboración con Intermediae, se pudo ver la película Procesos (2007), de Daniel García-Pablos, seguida de un coloquio con el director y la comisaria e investigadora María Bella. El filme, que documenta los trabajos de rehabilitación de Nave 17, es un valioso testimonio de una de las primeras intervenciones que se llevaron a cabo en la reforma.

Infancia y familias: espacio para jugar y aprender

En el marco de esta programación especial, el público más joven también fue protagonista. A partir del 5 de octubre estuvo disponible un nuevo plano ilustrado, diseñado por la artista visual e ilustradora Daniela Martagón, para que pequeños y adultos pudieran imaginar y explorar el conjunto arquitectónico de Matadero. Fue gratuito y se entregó bajo demanda en el punto de información del centro.

En el taller de movimiento Arquidanzantes, que se desarrolló este otoño, los pequeños participantes pudieron descubrir, analizar y aprender la historia del recinto a través de dibujos y experiencias, reconociendo los espacios a través de la danza.

Además, en Casa del Lector, los niños se unieron a dos talleres con la arquitectura como protagonista. Misión urbana: explorando construcciones fue una divertida yincana a través de la que los participantes exploraron los detalles arquitectónicos de Matadero. Y el taller Ladrillos creativos permitió a los pequeños analizar un elemento muy característico de la construcción del recinto: los ladrillos. Ambos talleres fueron gratuitos, previa inscripción.

De matadero municipal a centro de creación contemporánea

Desde su apertura en octubre de 1924 como matadero municipal, las labores industriales de procesado cárnico se desempeñaron en este gran espacio hasta 1995, cuando esa actividad se trasladó definitivamente a Mercamadrid. Dos años después, la edificación fue incluida en el Catálogo de Edificios Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, y en 2003, tras un detallado estudio de viabilidad, se le otorgó uso cultural.

Con un estilo neomudéjar en ladrillo y mampostería en piedra con decoraciones geométricas en cerámica, característico de la arquitectura industrial madrileña, la edificación inició una nueva etapa tras ofrecer servicio durante más de 70 años. Entre 2003 y 2007 vivió una auténtica transformación que implicó a profesionales de la arquitectura, el diseño, el urbanismo, el arte y la creación, la investigación y la gestión cultural.

El proyecto, liderado por el Ayuntamiento de Madrid, supuso un reto inédito: transformar este recinto ya histórico en un centro cultural pionero, manteniendo las huellas del pasado y respetando al máximo su valor patrimonial. Los arquitectos que asumieron este reto recibieron reconocimientos como el premio Mies van der Rohe y galardones del COAM, la FAD y la Bienal Española de Arquitectura.

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Matadero Madrid celebra su centenario con una programación especial para todos