Manuel Bartolomé Cossío, Joaquín Sorolla, 1908, Madrid, Museo Nacional del Prado
La dedicación de Joaquín Sorolla (1863-1923) al retrato fue sobresaliente tanto por el número de obras que pintó como por su calidad. Su trabajo en su primera juventud con el fotógrafo Antonio García le familiarizó con la captación atenta del natural, aspecto que tuvo presente en su pintura ya en los años de su formación. Su desempeño le convirtió, en la primera década del siglo XX, en uno de los grandes retratistas de referencia internacional.
De las 23 pinturas del artista conservadas por el Museo del Prado 18 son retratos, incluidos los dos adquiridos en 2022: Martín Rico (sala 62 A) y Manuel Bartolomé
Cossío, que se presenta ahora en el Museo. Buena parte de ellos, los menos conocidos, pues no están habitualmente en sala, se incluyen ahora en esta exposición, que conmemora el centenario del fallecimiento del artista. Su visión se completa con las obras que forman parte de la colección permanente en la sala 60 A, aneja a esta, que se enriquece con el préstamo de la Institución de Libre Enseñanza del retrato de Francisco Giner de los Ríos, y en la 62 A, que reúne los retratos de artistas del siglo XIX, entre ellos cuatro pintados por Sorolla.
La contribución de Sorolla a este género revela, a menudo, su inspiración en los maestros antiguos, señaladamente Velázquez, según pudo verse en la exposición que organizó el Prado en 2009. Se percibe en los negros y grises de El pintor Aureliano Beruete y de María Teresa Moret, quizá sus dos mejores retratos, así como en la ambigüedad espacial del primero. De modo más explícito, la referencia velazqueña aparece en María Figueroa, vestida de menina y en La actriz María Guerrero como La dama boba. En el retrato de Cossío, realizado el mismo año en que este publicó su libro sobre el Greco, el pintor rindió homenaje al cretense, a quien había estudiado, lo mismo que a Velázquez, en el Museo del Prado. En esta obra supo captar los rasgos fisionómicos esenciales del modelo, a lo que agregó una sutil interpretación de su personalidad intelectual.
Lo propio ocurre en muchos de sus retratos masculinos, en los que representó a destacados personajes de la cultura de su tiempo, no pocos vinculados con la Institución Libre de Enseñanza, con los que tuvo trato amistoso. Entre ellos figuran escritores (Rafael Altamira, Jacinto Felipe Picón y Pardiñas, Aureliano de Beruete hijo, Cossío), médicos (Francisco Rodríguez de Sandoval, Joaquín Decref) y pintores (Martín Rico, cuyo retrato ha sido adquirido por el Prado este mismo año, Aureliano de Beruete, Juan Espina, Antonio Gomar). En algunos cuadros (Jacinto Felipe Picón y Pardiñas, El pintor Antonio Gomar, El doctor Joaquín Decref) Sorolla utilizó un formato horizontal que le permitió ofrecer encuadres novedosos y dar un movimiento especial a las figuras, a menudo inclinadas hacia un lado.
En el retrato femenino Sorolla desplegó una especial sensualidad (Mercedes Mendeville) y un fastuoso colorido (María de los Ángeles Beruete y Moret). Ambas obras, ejemplos de efigies de damas del gran mundo, denotan la atención del artista a los requerimientos del género. Ante otras damas distinguidas como María Teresa Moret, amiga del pintor y su familia, o Ella J. Seligmann, esposa de un conocido anticuario, pudo ofrecer una interpretación elegante y certera, con una fina sensibilidad cromática de negros, grises y blancos. También destacó como retratista de niños, según atestiguan las efigies de Jaime García Banús y María Figueroa.
La facilidad para la captación del natural en un instante, en el que el retratado se hace presente con una intensa sensación de realidad, es característica de todas estas obras. En ello Sorolla no solo era fiel a su visión naturalista sino también a la profunda percepción de lo individual propia de la gran tradición pictórica española.
RDF
The National Prado Museum is paying tribute to one of Spain’s most renowned modernist painters, Joaquin Sorolla, with an exhibition focusing on the master’s masterfully executed portraits.
Sorolla is best known for his vivid images of life in Spain, and this showcasing of his portraiture reveals the delicacy and skill that has made him beloved around the world.
Through this retrospective, the Prado offers a glimpse of some of the celebrated works of the artist, while shedding more light on the lesser-known works.
Throughout the exhibition, visitors will be guided through the history of Sorolla’s shifts in techniques over the course of his career and the relationships to other acclaimed portraitists of the period.
Exhibiting some two dozen pieces of the artist’s work, the tribute is composed of paintings from the Prado’s collection and those loaned by both private and public entities.
The majority of the works showcased in the exhibition are portraits, including several studies of his wife Clotilde, his daughters Maria and Elena, and friends and colleagues in their everyday lives.
The retrospective also includes a selection of Sorolla’s pastel paintings, which offer a more intimate interpretation of the painter’s subject matters in more atmospheric composition.
The Prado’s tribute is a great opportunity to honor Sorolla and his legacy and offers insight into the personality and life of the master.
The exhibition will be open to the public from November 9th through June 3rd and will include several workshops and other activities exploring the works of the Spanish painter.