Cuando el ex presidente de la FIFA, Sepp Blatter, anunció la victoria de Qatar en 2010, hubo un escepticismo generalizado sobre cómo este pequeño estado desértico, sin experiencia en la Copa del Mundo y con temperaturas veraniegas abrasadoras, había ganado.

Las acusaciones de corrupción, intercambio de votos y vínculos con acuerdos comerciales en los niveles más altos del gobierno siempre han sido negadas por los organizadores y siguen sin probarse.

Pero no se puede negar que la preparación para este torneo ha sido especialmente problemática.

Ha habido temores persistentes sobre el impacto humano de construir la infraestructura requerida en un período de tiempo tan corto y en un clima tan extremo, junto con leyes discriminatorias que prohíben la homosexualidad y limitan las libertades de las mujeres a través de reglas de tutela masculina.

El editor de análisis de la BBC, Ros Atkins, analiza cómo Qatar ganó la oferta para ser sede de la Copa del Mundo, así como los problemas de derechos humanos y medioambientales que rodean al torneo.

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