Seiscientas personas han muerto y 1.3 millones de personas han sido desplazadas en Nigeria, ya que el país experimenta las peores inundaciones que ha visto en una década.

Las fuertes lluvias han causado interrupciones generalizadas en la infraestructura y los campos de cultivo. Más de 200,000 hogares han sido destruidos.

Algunos gobiernos estatales en Nigeria han sido criticados por una planificación deficiente y la falta de medidas preventivas, a pesar de los signos de advertencia temprana.

Los meteorólogos han advertido que las lluvias torrenciales probablemente continúen hasta finales de noviembre.

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