Tino di Geraldo, pregonero de la Fiesta del Bollo 2024 en Avilés

El 31 de marzo de 2024

Puedo asegurarles que nunca en la vida me imaginé que un día iba a hacer esto.

Desde luego, Mariví, tienes una imaginación portentosa…

Como sé que mi madre, que es la fan número uno de esta fiesta, no se pierde una…
Y como sé que le hace ilusión que su hijo sea pregonero, lo haré lo mejor que pueda.

Así que es un honor y un privilegio ser pregonero de esta fiesta tan bonita y tan singular como es la Fiesta del Bollo.

¡Gracias, Mariví!

A menudo me preguntan: «¿Eres italiano?», y yo digo: «No, soy asturiano». «Pero tienes apellido italiano…» Y tengo que explicar que Di Geraldo fue una broma que se convirtió en mi apellido artístico. O me preguntan si soy francés por haber nacido en Francia y me lo ponen fácil para soltar lo de… ¡nacemos donde nos da la gana!

Nací en Francia y viví en Toulouse con mis hermanas hasta los 17 años. Allí aprendí a leer y escribir en francés y a hablar como cualquier francés. El español lo aprendí en casa con mi madre y mi padre. Como pueden imaginar, no era español de Valladolid, sino una mezcla de español y bable. Gran parte de mis compañeros eran como yo, hijos de emigrantes. Había muchos españoles, pero eran casi todos del sur de España. Cuando hablaba con ellos en español, muchas veces no nos entendíamos… «¿Mancástete?»

Cada año veníamos a pasar las vacaciones de verano aquí. ¡Era el mejor momento del año!
Mi hermana Tina y yo íbamos tachando los días en el calendario que había en la cocina ya dos meses antes, y recuerdo que se hacía eterno hasta que por fin llegaba el día. Creo que nunca sentí tanta felicidad como la que sentía en el momento de subirnos al coche rumbo a Avilés.

Recuerdo que, de niño, Avilés era para mí un lugar totalmente mágico…
El puerto con sus barquitos, las calles con sus soportales, la fuente de las caras, que me tenía loco (me impresionaba), la atmósfera y el olor tan particulares que había en los bares, donde todavía se podía cantar…
Esa forma tan rara de beber, con la botella arriba y el vaso abajo, la playa, los hórreos… y por supuesto y lo más importante… ¡el contacto con la familia!

Aquellos maravillosos días que pasábamos en la playa de San Juan con la tienda, la mesa, las sillas, la tortilla y los filetes empanados (San Balandrán)… Era como estar en una película de Walt Disney.

Aquí empecé a tocar la batería, en casa de Marina (tía de mi madre).

A los 14 años hubo un intento de volvernos a vivir en Avilés, pero no cuajó. Mis padres y mis hermanas se fueron a Francia y yo me quedé aquí. Mi tía Nelly me inscribió en el Menéndez Pidal e hice el curso de 8. Ahí conocí a dos chavales con los que sigo teniendo mucha amistad y con los que empecé a tocar y montamos un grupo musical.

Al acabar el curso, regresé con mis padres a Francia hasta cumplir los 17, que fue cuando regresamos definitivamente a Avilés.

Y ahí empezó todo… Empecé a estudiar música, formé parte de alguna orquesta que había en Avilés por aquel entonces, como Nueva Imagen, Brío, Zíngaros, Toni Ferrer, y con bandas que hacían folklore asturiano.

En resumen, al acabar el servicio militar me fui a Madrid a buscarme la vida.

Desde entonces, vengo siempre que puedo, ya sea de vacaciones o a hacer algún trabajo, como ir a grabar al estudio de mi querido Miguel Herrero (ACME estudios) en Miranda, por ejemplo.

Siempre que vengo a Avilés tengo la bendita sensación de estar en casa.

Aquí me siento bien. En Asturias me siento feliz. ¡Me gusta hasta el olor a cuchu! ¡Me encanta!
Haría una fragancia con ese olor; se podría llamar «Eau de cuchó».

Hay una frase que suelo repetir a menudo, y con el paso de los años, cada vez más: «Cuanto más viajo, más me gusta Asturias».

Llevo casi, o sin casi, cuarenta años viajando por el mundo…
Hay lugares espectaculares, sorprendentes… Hay lugares de todos los colores…
Pero no hay nada que se parezca a Asturias y, por supuesto, no me refiero solo a lo geográfico, sino también al carácter, a la cultura y la idiosincrasia del pueblo asturiano (para lo bueno y para lo malo).

Aquí tenemos de todo… ¡menos desierto, tenemos de todo!
Cada día me siento más afortunado de poder decir que soy de aquí, ¡de Avilés!

¡Que disfruten de la comida, la compañía y la música!

¡Un abrazo y mucha salud para todos!

¡Viva El Bollo!

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