Silicon Valley Bank (SVB) era un banco estadounidense que se dedicaba a financiar a empresas de tecnología e innovación. El 10 de marzo de 2023, el banco se declaró en quiebra después de que sus clientes retiraran masivamente sus depósitos por temor a su solvencia. Fue la segunda quiebra bancaria más grande en la historia de Estados Unidos y afectó a muchas empresas emergentes que tenían cuentas en SVB.
¿Cómo empezó la crisis?
La crisis de SVB comenzó el 9 de marzo, cuando el banco anunció que había perdido 2.000 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2022 debido a malas inversiones y préstamos incobrables. El banco también admitió que tenía problemas para cumplir con los requisitos regulatorios de capital y liquidez. Estas noticias provocaron una caída del 60% en el precio de las acciones de SVB y la suspensión de su cotización en el Nasdaq.
Al día siguiente, los clientes del banco empezaron a retirar sus depósitos por miedo a perder su dinero. Se formaron largas colas en las sucursales y los cajeros automáticos se quedaron sin efectivo. El banco intentó tranquilizar al público y aseguró que estaba buscando formas de recaudar capital, pero nadie quiso prestarle dinero ni comprarle activos.
¿Qué hizo el gobierno?
El gobierno intervino para evitar un colapso mayor del sistema financiero. Los reguladores de California cerraron el banco y lo pusieron bajo el control de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), una agencia gubernamental que garantiza los depósitos bancarios hasta 250.000 dólares por cuenta. La FDIC anunció que pagaría a los depositantes asegurados lo antes posible y que buscaría un comprador para los activos y las operaciones del banco.
¿Qué consecuencias tiene esto?
El colapso de SVB tiene un impacto significativo en el sector tecnológico y en la economía en general. SVB era uno de los principales bancos para las empresas emergentes (start-ups) y les proporcionaba servicios financieros especializados, como préstamos, gestión patrimonial y asesoramiento estratégico. Muchas start-ups dependían del banco para financiar su crecimiento y su innovación.
Ahora, estas empresas se enfrentan a dificultades para acceder al crédito y al capital riesgo, lo que puede frenar su desarrollo o incluso obligarlas a cerrar. Algunas start-ups no pueden retirar dinero del banco o pagar a sus proveedores o empleados. Otras tienen problemas legales o fiscales por tener cuentas bloqueadas o congeladas.
El colapso también afecta a otros actores del ecosistema tecnológico, como inversores, aceleradoras, incubadoras, universidades y gobiernos locales. Además, tiene repercusiones globales, ya que SVB tenía presencia internacional y operaba en países como Reino Unido, Alemania, China e Israel.
¿Qué se puede hacer para evitar que esto vuelva a ocurrir?
El colapso de SVB plantea varias preguntas sobre la regulación y la supervisión del sector bancario y financiero. ¿Cómo es posible que un banco tan grande e importante haya fallado tan estrepitosamente? ¿Qué medidas se tomaron para prevenir o mitigar los riesgos? ¿Qué controles existen para garantizar la transparencia y la solvencia? ¿Qué mecanismos hay para proteger a los clientes y al sistema?
Estas son algunas cuestiones que tendrán que abordarse en el futuro para restaurar la confianza en el sector financiero y evitar nuevas crisis como la de SVB.