El primer satélite del cuarteto Cluster de la ESA regresó a la Tierra de forma totalmente segura en la primera «reentrada dirigida» del mundo, culminando así esta extraordinaria misión. La nave espacial, llamada «Salsa» (Cluster 2), entró en la atmósfera terrestre sobre el océano Pacífico Sur. En esta región, el riesgo de que los fragmentos alcanzaran tierra era mínimo.
Una misión pionera en meteorología espacial
Durante las últimas dos décadas, Cluster ha proporcionado datos de incalculable valor sobre cómo el Sol interactúa con el campo magnético de la Tierra, ayudando a comprender y pronosticar mejor la meteorología espacial. Con esta primera reentrada dirigida, Cluster pasará a la historia por otra razón: contribuir a que la ESA se convierta en líder mundial de la exploración espacial sostenible.
Planificación de la reentrada
La reentrada se produjo tras un ajuste de la órbita de Salsa para dirigirla a una región lo más alejada posible de las zonas pobladas. De este modo, se aseguraba que las partes de la nave que sobrevivieran a la reentrada cayeran sobre mar abierto. Durante los últimos días, los operadores de la nave espacial de la ESA vigilaban de cerca a Salsa mientras se acercaba a la Tierra, ajustando ligeramente su trayectoria una sola vez.
Normativa en misiones satelitales
Las misiones por satélite se diseñan de acuerdo con una normativa que obliga a minimizar el riesgo de causar daños en su regreso a la Tierra. Sin embargo, cuando se construyó Cluster en los años noventa, no existía tal normativa. Sin intervención, los cuatro satélites Cluster habrían reentrado en la atmósfera terrestre de forma natural, pero con menos control sobre cuándo o dónde ocurriría.
El director de operaciones de la ESA, Rolf Densing, explicó por qué la agencia decidió finalizar la misión de esta manera: «La reentrada de Salsa siempre iba a ser de muy bajo riesgo, pero queríamos ampliar los límites y reducir aún más la amenaza, demostrando nuestro compromiso con el objetivo de «basura cero» de la ESA». Al estudiar cómo y cuándo Salsa y los otros tres satélites Cluster se quemaban en la atmósfera, se esperaba que se aprendiera mucho sobre la ciencia de la reentrada, lo que podría permitir aplicar el mismo enfoque a otros satélites cuando llegaran al final de sus vidas.
Importancia de la magnetosfera
Cluster mostró el escudo invisible de la Tierra. La reentrada de Salsa marcó el final de una misión única que ayudaría a proteger a la humanidad de nuestro tempestuoso Sol. A pocos cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas, se libra una batalla continua entre las fuerzas de la naturaleza, ya que la Tierra es bombardeada por enjambres de partículas procedentes del Sol a velocidades supersónicas.
La magnetosfera desvía la mayor parte de estas partículas de viento solar, que pasan inofensivas. Sin embargo, el escudo de la Tierra no es a prueba de balas. Las ráfagas de viento solar pueden dañar potencialmente los equipos electrónicos, incluyendo los satélites vitales que orbitan en el espacio. Hasta que llegó Cluster, las complejidades de la conexión Sol-Tierra habían eludido a los científicos durante muchos años.
La directora de Ciencia, la profesora Carole Mundell, afirmó: «Cluster es la primera misión que realizó estudios detallados, modelos y mapas en 3D del campo magnético de la Tierra, así como de los procesos relacionados con él. Nos enorgullece que, gracias a Cluster y a otras misiones, la ESA ha avanzado en el conocimiento sobre cómo interactúa el viento solar con la magnetosfera, ayudándonos a prepararnos para los peligros que puede entrañar».
Vigilancia de la magnetosfera
Nuestra comprensión de la meteorología espacial, las condiciones ambientales en el espacio causadas por la actividad del Sol, depende de muchos factores. Con Cluster, la ESA asumió el reto de descubrir cómo responde la magnetosfera de la Tierra al viento solar. Otras misiones de la ESA han estudiado diferentes partes del proceso, pero Cluster permitió conocer partes de la magnetosfera que nunca antes se habían podido «ver» con múltiples naves espaciales al mismo tiempo.
La antorcha científica de Cluster se pasará a la misión Smile (Solar Wind Magnetosphere Ionosphere Link Explorer) de la ESA y la Academia China de Ciencias, que se lanzará en 2025. La misión Vigil de la ESA se dirigirá al espacio unos años más tarde para proporcionar datos continuos sobre la actividad solar potencialmente peligrosa.
La importancia de Cluster radica en su capacidad de observar latitudes más altas que otras misiones, permitiendo contribuir enormemente a nuestra comprensión sobre la interacción entre el Sol y la Tierra. Cluster ha acumulado una gran cantidad de datos que han permitido a los científicos hacer descubrimientos revolucionarios, incluso sobre dinámicas a más largo plazo.
Años de estudios y desafíos iniciales
Tras 24 años de éxito en el espacio, la ESA decidió poner fuera de órbita los cuatro satélites Cluster a lo largo de 2024-2026, planificando sus reentradas para que contribuyeran a la ciencia de la reentrada como despedida final. El director de la misión Cluster, Philippe Escoubet, comentó que «el diseño de múltiples naves espaciales siempre ha sido clave para su éxito».
Aunque Cluster se convirtió en un gran éxito científico, sus primeros días no transcurrieron sin inconvenientes. El cohete utilizado para lanzar los satélites Rumba y Tango en 2000 los dejó en una órbita incorrecta, obligándolos a depender de su propia propulsión para llegar a la posición correcta. Desde entonces, la misión ha hecho enormes progresos, superando su vida útil prevista y contribuyendo significativamente a nuestra comprensión de la interacción entre el Sol y la Tierra.
Cluster se ha convertido en una pieza clave en la apuesta de la ESA por una exploración espacial más sostenible.