El Consejo de Empleo y Políticas Sociales de la Unión Europea (EPSCO) ha aprobado hoy, por sugerencia de la ministra española de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz, una Recomendación para desarrollar la Economía Social en toda la Unión Europea (UE), así como unas Conclusiones sobre salud mental y precariedad laboral, el primer documento de estas características que reciben el visto bueno de los 27.
Recomendación para impulsar la Economía Social
Díaz impulsa así la Economía Social en Europa, donde más de 2,8 millones de empresas y entidades se encuadran en este modelo productivo, empleando a más de 13,6 millones de personas, pero de manera desigual en los distintos países. “Con esta recomendación que hemos acordado hoy, la Economía Social da un paso importante para convertirse en un nuevo pilar de la Europa social”, ha asegurado la vicepresidenta Díaz frente a sus homólogos europeos. “Es un modelo de éxito que combina eficiencia económica y justicia social, y que también nos recuerda la importancia de una mayor democracia en el trabajo para que los trabajadores participen activamente en la toma de decisiones”.
Con esta Recomendación se aboga por que los países miembros de la UE promuevan las cooperativas, mutualidades, centros especiales de empleo, sociedades laborales o fundaciones, entre otros. Se trata de empresas o entidades que garantizan la creación de empleo de calidad, fomentan la economía local y tienen un impacto positivo en la cohesión social y territorial.
El texto aprobado en la EPSCO recoge una definición de la Economía Social como un universo de entidades privadas autónomas que operan priorizando a las personas y el propósito social sobre el lucro. Además, reinvierten la totalidad o la mayoría de sus ganancias y excedentes en fines sociales y/o ambientales o en actividades de interés para los usuarios o la sociedad. Asimismo, su gestión se realiza de forma participativa con las personas que las conforman, lo que implica una toma de decisiones más democrática.
Esta Recomendación es la primera norma de la UE centrada específicamente en la Economía Social, una de las tres prioridades de la presidencia española del Consejo de la UE junto con el diálogo social y el trabajo decente, y propone diseñar políticas laborales y de empleo que apoyen este tipo de empresas o entidades; mejorar su financiación pública y privada, así como reconocer el papel que la Economía Social juega en la inclusión con, por ejemplo, la prestación de servicios sociales y asistenciales, especialmente a grupos desfavorecidos.
La Recomendación impulsada en la Unión Europea concluye una intensa actividad para fomentar este modelo que en los últimos años, por iniciativa de la ministra de Trabajo y Economía Social, ha sido reconocido con la primera resolución de la Asamblea General de la ONU que también promueve su desarrollo, así como el respaldo de las instituciones internacionales: la recomendación adoptada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la resolución sobre el trabajo decente y la Economía Social y Solidaria aprobada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Las entidades de la economía social abordan algunos de los mayores desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad, especialmente la integración laboral y social y la cohesión social. Sin embargo, podemos hacer mucho para apoyar el desarrollo de la Economía Social en nuestros Estados miembros y en toda la UE. Debemos aprovechar el enorme potencial de la Economía Social para mejorar nuestras respuestas a los desafíos sociales y medioambientales a los que todos nos enfrentamos y garantizar que nadie se quede atrás”, ha defendido Díaz en Luxemburgo.
Conclusiones sobre salud mental en el trabajo de la UE
El Consejo EPSCO también ha dado luz verde a las primeras Conclusiones que relacionan la salud mental y el trabajo, pero haciendo hincapié en la precariedad laboral. “Es un tema en el que ya hemos trabajado en España con una comisión de expertos y que ahora llevamos a Europa”, ha explicado la vicepresidenta. “De ninguna manera podemos permitir que el mercado laboral sea fuente de malestar psicológico. El trabajo decente y con derechos que defendemos es lo opuesto a la precariedad laboral”, ha afirmado la vicepresidenta.
En 2022, el 27% de los trabajadores de la Unión Europea sufrió estrés, depresión y ansiedad.
Entre las propuestas a los Estados miembros que recogen estas Conclusiones, se insta a los países a promover políticas laborales de calidad que combatan la precariedad laboral; a apoyar la investigación sobre salud mental en el trabajo con un enfoque preventivo; a impulsar sistemas de vigilancia de la salud mental en las empresas. También se insta a apoyar a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas (PYME) en la prevención de los riesgos psicosociales en el trabajo.
“Con estas conclusiones, enviamos un mensaje muy claro desde el Consejo EPSCO: que la salud mental, que es tener vidas dignas de ser vividas, debe ser un derecho de todos los trabajadores en Europa, no el privilegio de unos pocos”, ha explicado Díaz frente a sus homólogos europeos.
Debates innovadores en el ámbito laboral
La vicepresidenta también ha planteado a sus colegas el impacto de las nuevas tecnologías en los trabajadores y las posibilidades de una transición digital con derechos. Frente al desafío que supone el sesgo algorítmico y la incursión de la inteligencia artificial en la actividad laboral en general, la vicepresidenta ha pedido definir claramente los límites de esta forma de proceder.
Durante el Consejo EPSCO, la vicepresidenta Díaz ha consultado a sus colegas sobre proyectos, leyes e iniciativas a nivel europeo para explorar la reducción de la jornada laboral, un debate relacionado con el trabajo decente, la seguridad y la salud en el trabajo, la brecha de género y la productividad en las empresas.
Según la ministra de Trabajo, diseñar políticas públicas al servicio de los ciudadanos es la verdadera esencia del proyecto europeo y, en ese sentido, considera que la presidencia española del Consejo de la UE está demostrando que hay otra forma de hacer las cosas. “Para obtener resultados diferentes, necesitamos hacer cosas diferentes, también en Europa”, ha concluido.