La industria automotriz se encuentra en un momento de transformación significativo. Durante años, ha liderado el reciclaje, la refabricación y la reutilización de componentes, pero ahora enfrenta el desafío de adaptarse a nuevas normativas ambientales y expectativas de los consumidores. El 2035 será un año determinante, ya que la Unión Europea prohibirá la venta de vehículos de combustión interna, impulsando al sector hacia la adopción de tecnologías más limpias, como los vehículos eléctricos y los de hidrógeno.
Normativas exigentes en el horizonte
Antes de alcanzar ese momento, en 2030, los fabricantes debían cumplir con una reducción del 55% en las emisiones de CO2 de sus nuevos vehículos y un 50% para las furgonetas, según el paquete legislativo “Fit for 55”, planificado para lograr la neutralidad de carbono en 2050. A esto se sumaba la normativa Euro 7, que comenzaría a aplicarse en 2025 y buscaba limitar de manera significativa las emisiones contaminantes, estableciendo requisitos estrictos para los vehículos nuevos.
Sostenibilidad como prioridad estratégica
Con estos cambios a la vista, la sostenibilidad se convirtió en una prioridad estratégica para el sector. Según un informe de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), más del 60% de los fabricantes europeos ya invirtieron en tecnologías verdes y en procesos de economía circular para disminuir el impacto ambiental a lo largo del ciclo de vida de sus productos. En este contexto, Recomotor, el distribuidor líder de piezas automotrices recuperadas en España, destacó que la economía circular permite recuperar hasta el 95% de las piezas de un vehículo, lo que reduce drásticamente los residuos y el uso de recursos naturales.
Tendencias que marcarán el futuro del mercado de piezas
Jan Amat, CEO de Recomotor, indicó cuatro grandes tendencias que definirían el futuro de la venta de piezas usadas y reconstruidas, un mercado que experimentaba un rápido crecimiento:
Renovación del parque automovilístico
El envejecimiento del parque de vehículos en España era alarmante: la media de antigüedad superaba los 13 años, posicionándose entre los más antiguos de Europa, según la Dirección General de Tráfico (DGT). Los vehículos más viejos no solo son menos eficientes en términos de emisiones, sino que también representan un mayor riesgo. Los planes de ayuda estatal, como el Plan Moves III que incentivaba la compra de vehículos eléctricos, resultaron fundamentales para acelerar la renovación de la flota. Según datos de la Comisión Europea, el 57% de los consumidores estaba dispuesto a cambiar sus hábitos de compra si eso contribuía a reducir su impacto ambiental, lo que resaltaba la importancia de iniciativas que promoviesen la adquisición de vehículos más sostenibles y modernos.
Aumento de la demanda de piezas usadas
De acuerdo con el último informe de McKinsey sobre economía circular, se esperaba un aumento del 35% en la demanda de piezas usadas y reconstruidas para 2025 en comparación con los datos de 2023. Este crecimiento estaba impulsado por la necesidad de alternativas más asequibles y sostenibles, dado que las piezas usadas podían costar entre un 50% y un 70% menos que las nuevas. Además, la evolución tecnológica permitió mejorar los procesos de recuperación y refabricación, asegurando que estas piezas mantuviesen los más altos estándares de calidad y seguridad.
Ventajas económicas y medioambientales
El ahorro económico para los consumidores fue significativo: según un estudio de Frost & Sullivan, el uso de piezas recuperadas podía reducir los costes de reparación de vehículos hasta en un 65%. Desde una perspectiva ambiental, la refabricación de piezas minimizaba la necesidad de extraer materias primas y reducía los residuos, contribuyendo a disminuir hasta 1,5 millones de toneladas de CO2 al año en Europa. La economía circular se presentaba como una solución doblemente ventajosa, tanto para los consumidores como para el medio ambiente.
Mejora en la calidad gracias a la tecnología
Los avances en tecnología de inspección, como el uso de inteligencia artificial y herramientas de manufactura aditiva, estaban mejorando la calidad de las piezas usadas y reconstruidas. Recomotor adoptó estas innovaciones para garantizar que cada pieza que distribuía cumplía o incluso superaba los estándares de rendimiento originales. Estas mejoras tecnológicas fomentaban la confianza en el mercado de piezas recuperadas, haciendo que su adopción fuese cada vez más común en talleres y concesionarios.
Un mercado en expansión y con futuro
La consultora PwC estimaba que, para 2030, la industria automotriz circular representaría un mercado global de más de 400.000 millones de dólares. En Europa, la economía circular en el sector automotor podría crear 580.000 empleos adicionales en las próximas dos décadas, mientras que la adopción de vehículos eléctricos tenía el potencial de generar hasta 600 mil empleos en áreas como el reciclaje de baterías y la refabricación de componentes eléctricos.
El camino hacia una movilidad sostenible no estaba exento de desafíos. Sin embargo, el avance en la innovación tecnológica, la creciente conciencia medioambiental y las políticas gubernamentales jugaron un papel clave en esta transición. Para que dicha transformación fuese exitosa, sería fundamental la colaboración entre fabricantes, gobiernos, empresas de piezas recuperadas y los propios consumidores. La movilidad sostenible es más que una tendencia: es una realidad inminente que definirá el futuro de la automoción.
Acerca de Recomotor
Recomotor nació con el objetivo de promover la economía circular en el sector de la automoción. La startup recuperó las piezas de coches en buen estado a través de una red de desguaces y las proporcionó a profesionales y talleres que necesitaban recambios, evitando así la acumulación de coches en desguaces y la obsolescencia. La misión del proyecto fue aprovechar al máximo la vida útil de los coches y minimizar la huella medioambiental.